DESCRIPCION
En el corazón más auténtico de Vicenza, a lo largo del elegante Corso Fogazzaro, donde las fachadas de los palacios históricos se suceden como páginas de una historia sin tiempo, se alza este pequeño palacio magníficamente restaurado, una joya arquitectónica que une la nobleza del pasado con la gracia esencial del vivir contemporáneo. Cada espacio es un equilibrio perfecto entre materia y luz, entre la solidez de la tradición y la ligereza del diseño.
La entrada introduce a un mundo de silencio y belleza, donde las proporciones clásicas dialogan con la pureza de las líneas modernas. Los suelos de madera natural, los techos altos, las paredes luminosas y los detalles finamente acabados cuentan un cuidado absoluto, hecho de respeto y sensibilidad. Cada ambiente está pensado para acoger la vida con discreción y elegancia: las amplias zonas de estar invitan a la convivencia, las cocinas se abren con naturalidad hacia el exterior, y la luz se convierte en protagonista, deslizándose entre las ventanas y dibujando atmósferas de calma y armonía.
Subiendo a los pisos superiores, el pequeño palacio revela su alma más íntima: habitaciones luminosas, suites con baño privado, espacios donde la quietud se convierte en materia. En el nivel más alto, el desván —con las vigas a la vista y la luz que se filtra suavemente desde arriba— se transforma en un refugio del alma, un lugar para vivir entre inspiración y recogimiento. Cada detalle habla de calidad: desde los materiales escogidos con cuidado, hasta las instalaciones de última generación, pasando por el equilibrio arquitectónico que otorga continuidad y armonía a todo el edificio.
El pequeño palacio también guarda dos elegantes garajes en la planta baja, un privilegio raro en el centro histórico, y un espacio exterior privado, íntimo y precioso, donde la piedra se encuentra con el verde y el tiempo parece detenerse. Es un lugar que invita a la lentitud, a la contemplación, al placer de habitar la ciudad sin renunciar a la paz.
Este pequeño palacio no es simplemente una casa, sino una experiencia estética y sensorial: una obra de arquitectura y de luz, donde cada ambiente respira equilibrio y autenticidad. Vivir aquí significa reencontrar la armonía entre pasado y presente, entre la quietud y la vida vibrante de Corso Fogazzaro, en un contexto que encarna la esencia misma de la elegancia vicentina —discreta, refinada y profundamente humana.